viernes, 15 de enero de 2021
Señor te doy las gracias
por esta vida sencilla
Con que me regalaste,
por esta buena ciencia
De saber perdonar.
Porque llegue al extremo
del puente de la vida
Y siento el alma quieta
como ave dormida que
repara sus fuerzas para cruzar el mar
Si me acercastes tu barca, subiré sin temores.
Cruzaré sobre el pecho mis manos fatigadas
Y ocuparé mi lugar el que tú me me señales
En medio de otras sombras humildes y calladas
Nadie vendrá a mi encuentro ni anunciará mi nombre
Mas tú que llevas cuenta del árbol y la estrella,
De los que dieron sombra y los que dieron luz, dirás:
Esta es aquella por quién también mi sangre se
derramó en la cruz M G
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